Tomando aire


Alcancé a subir unos 2 kilómetros de esta parte de la Gran Muralla conocida como Badaling Es la más cercana a Beijing, según me dijeron. En el camino, se quedaron muchas lenguas de fuera, piernas destrozadas y miradas perdidas. Las torres repartidas a lo largo de toda la estructura servían como metas intermedias para los visitantes. En una de ellas, la que fue mi pausa, este anciano chino estaba observando hacia el horizonte por esta ventanilla. Se veía tan completo. Era el perfecto ejemplo de los ancianos chinos: atlético y esbelto. Llevaba su tradicional boina y camisa estilo Mao, color verde olivo. Tuve que contener mi agitada respiración para que no se percatara de mi presencia y me diera tiempo para un par de clicks. Funcionó y seguí contento en mi camino a algún lugar más alto de la muralla. (dedicado a la srita García, de alguna de las calles del raval)

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De locura