El edén de Mao

Beijing, Pekín, la increíblemente moderna y antigua. Andaba por Tian'anmen, muerto de cansancio tras andar en búsqueda de historias para el diario. Además, ese día de marzo se me había ocurrido hacer las compras de regalos, así que el sobrepeso era de consideración: un par de libros, alguna película y un cd. Eso, más el peso de las piernas y un hambre atroz. Caminé algunos minutos hasta dar con un jardín. Me metí a él y encontré esta imagen única. Lo increíble era la traquilidad que podía respirarse ahi adentro, cuando apenas a unos metros, el bullicio era tremendo. Sólo me senté un ratito, había que llegar al hotel y ponerse a escribir. Pero se remanso había sido suficiente para paliar el cansacio, refrescar la mente y valorar la vida.

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De locura