Lejos de virus y contingencias
Parece que la libramos. Mientras eso se confirma o no, decidí evadirme un poco de esta realidad que se empeña en tratar de aplastarnos a veces. Si no es el virus, son los políticos. Al menos para el primero hay cura, para los segundo aún se está buscando. En el inter, me puse a buscar en mi baúl de fotos (hoy llamado disco duro) alguna que me transportara a algún sitio hermoso. Encontré esta. La tomé en la isla de Naxos, Grecia. Era mi segundo día ahí, y tras una larga caminata por este sitio lleno de gatos y calles empedradas, decidimos caminar por la playa. Ahí nos atrapó el atardecer, literal. Desde poco más de un kilómetro de distancia pude eternizar esta puesta de sol con el templo dedicado a Apolo como complement perfecto para embellecer esta parte de la isla. Entonces entendí la razón por la cual, según la mitología griega, Teseo la eligió para reposar después de matar al Minotauro. Caminamos hasta el arco, nos sentamos y recibimos la noche con un frío sui géneris, que sin embargo, no fue razón para alejarse de ahí. La foto me encanta, por los colores, por esa composición que se logra con el sol de frente, como buscando pasar entre el arco, y con la gente dirigiéndose al mismo por la parte trasera. Esta época es un buen pretexto para regresar e intentar cruzar ese gran portón que divide el continente de la fantasía de penetrar en la estrella luminosa para llegar a un mundo sin sombras ni nublados. Soñando con eso me voy a dormir.
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