Muero por estar arriba

Sólo dura unos segundos. Pero es algo tan fuerte. Sentir el viento desfigurando el rostro. Cómo el cuerpo de contrae en los primeros instantes. Luego, cómo se libera en cuanto el miedo se esparce entre las nubes. El guía te dice grita. Uno grita. Grita todo lo que puede aunque no se escuche nada. Pero sale todo. Todo. Al siguiente micro instante los ojos comienzan a descubrir lo que hay abajo, lo que se deja arriba, lo que hay al frente. Uno grita. Se pasa del miedo a saltar del avión al deseo de continuar en el vuelo. Hoy apenas camino. En unos días, mi rodilla estará en manos de un cirujano. Ya le dije que lo descrito arriba es lo que quiero volver a sentir. Quiero quedar bien. Me asegura que así será. Y en cuanto pueda. volveré a brincar. Después, a volar. Estar en tierra cada vez asusta más. Quiero volver a sentir esa sensación de libertad. Gritar. Gritar. Ver desde arriba ese mundo que se destruye. Que destruimos y a nosotros con él. Quiero retomar el camino a algún lugar. Pero primero debo arreglar mi rodillita. Luego otras cosas. Y a volar. Volar es parte de lo que soy. Este blog se lo debo a tantos vuelos. Bueno, y a mi rodilla, tan aguantadora y fiel, entre la maleza o el asfalto; en escalinatas enormes y densas dunas; en mares fríos y ríos furiosos; en el frío y el calor. Toda una 4x4, como la otra. Y lo que aún les falta. Doc, estoy en sus manos. Este blog no puede traicionar su espíritu.

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De locura