La sonrisa que me traje de Troya

El chofer de la camioneta que nos llevaba a Troya hizo su obligada parada en una tienda de souvenirs para ganarse su comisión (lo hacen para que los turistas compren o se alimenten ahí a cambio de unas monedas extra). Habíamos salido de Estambul muy temprano y éste era un alto necesario. Varios de los que íbamos en el tour nos bajamos a comer algo, a husmear un poco por los alrededores de la tienda, bueno para estirar las piernas. Justo a un costado de la tiendita había una parada de autobús, pero el detalle curioso es que en ella esperaban sólo mujeres de edad. Me acerqué un poco para lograr una mejor foto y, contra lo que esperaba, no se se apenaron para nada, es más, como pueden ver, algunas sonrieron desinhibidamente a la cámara, extraño en un país donde no sólo la mayoría de las mujeres se cubren los rostros con un velo, sino que rara vez permiten cierta cercanía. Quizá como los únicos testigos eran mujeres, no tuvieron ningún problema en modelar para el foráneo en camino al caballote de madera.

Comentarios

De locura