Cubita

Una foto para festejar el gran anuncio que se ha dado este 17 de diciembre de 2014: Cuba y Estados Unidos reestablecen relaciones diplomáticas. Y aunque falta lo más importante, levantar el bloqueo económico, seguro es el inicio.
Adoro a ese país. A su gente. Su música. Su comida. He estado en dos épocas distintas, con 20 años de diferencia entre el primer viaje y el segundo, y el país seguía casi igual, con gente con apenas lo básico para vivir, pero muy contenta. En ambos viajes conocí gente harta, con ganas de mejorar en muchos sentidos, como quizá cualquiera de nosotros, pero nunca desanimada.
Podrá decirse lo que sea de su forma de gobierno, pero más allá de esas consideraciones, me hace muy feliz que muchos cubanos que pude conocer, con los que pude hablar, a los que pude ayudar y me ayudaron en algo, seguro vern esta noticia como algo esperanzador para su país y todos ellos. Ojalá sea así.
Yo lo celebro porque Cuba es un país donde siempre me sentí bienvenido, donde me sentí seguro, donde reí mucho, donde aprendí a bailar salsa, donde me ilusioné con alguna chica, donde vi nacer un año con un concierto de Pablo Milanés en la tele; donde sin conocerme, un par de chicos me invitaron a cenar a su casa el 31 de diciembre de 1993, y comimos puerco, ensalada y bebimos mucho ron. Mucho. Fue una gran noche, pero no la única. Luego allá cumplí mis 42, y celebramos recorriendo el país en carretera, tomando ron en el malecón de Cienfuegos y departiendo con un par de jóvenes  increíbles. En fin, Cuba me enchina la piel y por eso celebro.
Salud.


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De locura