Recuerdos del ramadán

Esta semana comenzó el Ramadán, el mes sagrado en los países musulmanes. Cuando viajamos a Marruecos fue justo en esta época cuya característica principal es el ayuno durante casi todo el día: antes del amanecer, los musulmanes comen algo y no vuelven a probar alimentos sino hasta que se pone el sol, alrededor de las 7 de la noche. Estar en una época así en un país como éste, tiene sus particularidades. En las ciudades grandes, no hay problema en encontrar algo que comer como turista, pero en los pueblitos por donde andábamos en el pequeño Fiat blanco polvoso, si que era complicado. A veces, el ayuno de nosotros occidentales era obligado, a menos que hubiéramos prevenido y comprado algunas provisiones para el camino. De este Ramadán lo que más recuerdo no es el hambre que pasé, sino el calor con el que una familia nos recibió para la comida post ayuno. Fue en su casa, una my humilde en un pueblo cercano a un hermoso sitio que descubrimos cuando viajábamos por carretera, cuyo atractivo era una cascada increíble. Al día siguiente a nuestra llegada, fuimos invitados al iftur -como se le llama a este alimento post ayuno. Se trataba de la familia de un muchacho que la hizo de guía-amigo. Nos llevó caminando entre calles apenas iluminadas. Pasamos a la humilde casa, donde sólo cortinas de plástico dividían los cuartos que la hacían de recámara, cocina y baño. La cena estaba lista. Hubo sorpresa por la visita, pero los jefes de la casa lo entendieron. Nos dieron una cálida bienvenida. Los niños estaban sorprendidos. Preciosos niños, despeinados, curiosos, mirando los labios de donde salían palabras incomprensibles, por la similitud de los colores de piel, por ese par de extraños que los acompañaría en su primera comida en horas. Después de las oraciones tomamos té, comimos cuscús. No había cubiertos, sólo dedos. Nos llenamos. Platicamos lo que se pudo. Tomamos fotos. Nos sentimos en casa, tan lejos y tan diferente. Terminamos así el ayuno de uno de esos días, y más que alimento en el estómago, salimos con el alma satisfecha. Ahora recuerdo a esta linda familia que encontramos en camino a algún otro lugar de este maravilloso país, Marruecos.

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De locura