A los bendecidos por el Ángel de la Jiribilla


Fue un viaje distinto. Ok, no hay viajes iguales. Pero éste tuvo más sonrisas, más gente conocida, más diálogos, más historias. Cada una de las personas que conocimos a lo largo de 16 días colaboró para armar el rompecabezas de la realidad cubana, hipercompleja, pero no más que la que se vive en otros países. Los cubanos atrapan, si son ellas, seducen. Y no tiene que ver con curvas, con rostros, sino con simpatía. Su humor contagia. No importa que hayan esperado una hora la guagua, que ese día la despensa esté casi vacía, que el marido esté preso acusado por matar un caballo, que el calor haya desaparecido el perfume puesto por la mañana, que la jornada haya sido ardua y con poca recompensa, que la medicina no haya llegado al hospital, que el diagnóstico médico sea de gravedad, que no haya habido una moneda a cambio de un clavado en el malecón, que la botella de ron se haya terminado antes de juntar dinero para comprar la otra, que el chevy 53 de nuevo no arrancara, que Fidel esté enfermo o que siga vivo, que no haya plata para poder viajar ahora que, dicen, será más fácil; que el internet sólo pueda usarse por unos minutos a una hora determinada del día... Amé este viaje porque me regaló demasiado, y ahora que ese hermoso país sufre por el paso del huracán Sandy, la única manera que tengo de apoyarlos ahora es enviándoles ánimos –de peores han salido– y siempre con ese espíritu de lucha que, escribió el autor José Lezama Lima, puede deberse al que llama  el ángel de la jiribilla, ese que les permite seguir pese a tanta adversidad. 



 Mulatita esperando que caiga el sol en el malecón de La Habana


Lectora de mano afuera de la Iglesia de Regla.


Echando un ojo desde un balcón de La Habana Vieja


Clavadistas amateurs en el malecón.


Una familia a punto de irse tras un domingo de recreo en Varadero.


Matanceros... ellos pidieron la foto, y pusieron su mejor cara.


Viejito motorizado en Matanzas...


Estudiantes en Matanzas. El padre de la de la derecha es mexicano.


Mulata con bici en el centro de Matanzas.


Uno de clava, los otros pescan, en el malecón de La Habana.


Niños antes de iniciar clases en una escuela de Varadero. El pequeño negrito me descubrió.


Vendedores de café y cigarros en Santa Clara.


El guitarrista de los Gímez, que se hacen llamar los Buenavista Social Club de Santa Clara.


Taxista habanero a la espera.


Abuela descansando, nieta coqueteando. Varadero.


Vaya historia de esta niña. Se llama Surysaday, tiene 19, un hijo de 4 meses, un novio de 65 años, que es su tercera pareja en su corta vida. Se casó a los 15, se divorció a los 17... uff...


En El Vedado, un restaurante 100 por ciento cubano. Se paga con moneda nacional, se come con puro nacional. Único


En la Calle 62 de Varadero, las que pusieron la fiesta esa noche.


Y esta abuelita se metió a bailar. Vaya candela¡¡¡


Ellos fueron nuestros pasajeros en un tramo de Santa Clara a Cienfuegos.


Bellezas cienfuegueras.


Echando el ojo. Centro de Cienfuegos.


MMMhhh


 Padre e hijo pescadores, en un atardecer cienfueguero.


Gordito tomando el sol en Varadero.


Anciano comprando ron y tabacos
 en Varadero.

Campesino de Viñales. Él me llevó a unas cuevas.


Irene y Fredy, gran historia, grandes amigos. Ya les contaré.

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De locura