Japón I (A ese gran país que hoy sufre)

Japón representó mi primer vuelo de más de 16 horas. Mi primer contacto con el continente asiático. Mi primera cobertura periodística que me marcó para siempre: la pelea de box entre Joichiro Tatsuyoshi y Daniel Zaragoza. Mi primer contacto con una lengua distinta al inglés y al español y mi primer gran reto para poder hacerme entender y no perderme en una ciudad, Tokio, donde hace casi dos décadas andar en el metro, salir a antrear, tomar un taxi, era misión casi imposible sin un acompañante local. Fue también la primera vez que me quemé el paladar al morder una hamburguesa local que sustituía la carne por una masa de arroz, y mi primera interpretación de "Rayito de Luna" de Los Panchos ante público nipón en un karaoke del barrio de Roponggi.
En fin, fue un viaje fascinante, que tuvo la desgracia de que entonces mi gusto por la fotografía no era otra cosa más que traer lo que cualquier otro turista puede traer de un destino vacacional. Por todo lo arriba mencionado, Japón ocupa un lugar muy importante en mi lista de destinos de vida. Nunca olvidaré el día en que estuve perdido toda una tarde tratando de regresar a mi hotel de nombre internacional sí, pero en calle difícil de memorizar. Tampoco la hamburguesa de arroz que mi apretado presupuesto me hizo comprar, pero que me dejó enrojecido el paladar, tampoco las idas al mercado a comer brochetas de res y pescado con un guía con el que descubrí una cara distinta de la ciudad y, por supuesto, por el gran triunfo de Daniel Zaragoza en Yokohama, ante 15 mil nipones que de pie despidieron al boxeador mexicano tras la terrible tunda que le dio a su ídolo de 26 años, casi 10 menor que el mexicano, triunfo que pude compartir con él desde el camerino, hasta el cuadrilátero.
Hoy que Japón sufre, quiero rendir un sencillo homenaje con algo de trabajo fotográfico que puede rescatar de esa época. La definición no es la mejor, porque pasaron del negativo al papel y de ahí a digital, pero no quería dejar de hacerlo en recuerdo de lo que ese país representa en mi vida.





Caminaba por Tokio y el atardecer me agarró con cámara en mano. El país del sol naciente me regaló esta gran imagen con un policía y un puente peatonal como protagonistas secundarios.

El mercado de artesanías de Tsukiji, donde perder tiempo se transforma en yenes gastados


Uno de los templos budistas en el centro de la ciudad.



El techo de un vagón de metro.

El mercado de mis amores. Comer ahí es una delicia, además de lo barato.

La Tokio Tower, desde una de las calles más transitadas de la ciudad (En realidad todas son muy transitadas)



Y detrás de las grandes avenidas, puede encontrarse algo de tranquilidad.






Los "sin casa" construyen singulares refugios en las estaciones del metro más grandes (y calientitas) Ahí, con ellos, estuvieron durmiendo algunos de los que no alcanzaron a llegar a casa después del terremoto del 11 de marzo.

Una tradicional tumba en un cementerio de Tokio. Los gatos y los epitafios grabados en tiras de madera, les dan una belleza particular.

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De locura