Y ahora, al Amazonas












He tardado un poco para presentar estas fotos las cuales muestran la segunda parte de mi aventura cumpleañera en Sudámerica. Esta es mi crónica fotográfica de mi increíble estadía por el Amazonas, que me permitió cruzar tres fronteras transportado por sus aguas tan misteriosas y llenas de leyendas. Por ahora, muestro una galería de los animales que encontré, poco a poco iré contando la historia de cada una de ellas... Disfrútenlas.
1.- Mi guía me llevó a conocer la forma de vida de una comunidad amazónica. Caminamos varios kilómetros hasta llegar a un llano rodeado por unas 10 casas y una escuela. Ahí, enmedio de un paraíso natural, comenzamos a ver niños que iban a trabajar con machete en mano. Luego encontramos a sus papás y segundos después a las mascotas de la familia: un mico y un perro, que se correteaban entre las plantas. Los seguimos hasta su casa y gracias a sus amos, que repartieron algún huesito y un platano para el promate, pudimos tenerlos quietos para tomar algunas fotos, como ésta, que la verdad me encanta. Vaya par de animales fotogénicos.

2.- Mi primera piraña pescada. Se movía con una fuerza... antes de que ella mordiera el anzuelo, nos cabamos casi medio kilo de pollo en el río. El hilo de la caña transmitía la fuerza con la que las pirañas mordian la carnada sin morder el anzuelo, hasta que por fin cayó una. No presumo, pero en la mano izquierda sostenía la caña y con la derecha tomé la foto. La verdad, me quedó muy buena.
3.- Una iguana multicolor acercándose a la cabaña. Como pueden ver, le falta un pedazo de cola... terminó huyendo de un perro que se enceló porque le robaban la atención.
4.- Una ranita amazónica, encontrada por la mirada aguda del guía que nos adentro en lo profundo de la selva.
5.- Una periquita en el comité de bienvenida en la cabaña donde pasamos tres noches.
6.- La caza del caimán, de noche, sin lastimarlos. Sólo para la foto, un animal fantástico cuyos ojos son su perdición, ya que suelen delatar su posición y favorecer al cazador. Nos tomamos la foto, lo cargué con un poco de miedo, con mucha fuerza para que no se soltara, y luego lo saltamos a la orilla del río. Se ven docenas en la noche, que es cuando salen a buscar comida. Un espectáculo sin igual, una experiencia inolvidable.
7.- Un close up del caimancito.

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De locura