Recuerdos del ramadán III















Así o más tranquilidad. Pese al cansancio tras la larga travesía en dromedario, la desvelada por la cena que queríamos se eternizara, las pocas horas de sueño con espaldas y traseros molidos, nos levantamos a las 5 de la mañana de la única mañana que vivimos enmedio del Sahara, para subirnos a la duna más alta a ver amanecer. A esa hora, los guías y bereveres anfitriones ya rezaban de rodillas y se disponían a comer el que sería su único alimento en horas El siguiente sería hasta pasadas las 7 de la tarde. Observamos y escuchamos un poco antes de subir. Fue un ascenso pesado. Los zapatos nos los quitamos a la mitad, porque era necesario experimentar la sensación de la arena que venimos buscando de tan lejos. Media hora para llegar a la cima. Ya arriba, a sentarse para esperar la salida del sol. Increíble. Así o más tranquilidad. Ni hablamos. Sólo observamos y apretamos el disparador cuantas veces fuera necesario para agarrar la mejor toma. Cuando voltee al horizonte, descubrí a una chica (minutos después me di cuenta que era hermosa y francesa —nos dijo bonjour), sentada en las faldas de la duna y me regaló esta preciosa foto. Nos tiramos en la arena, llenamos el cuerpo de esa sensación, nos acostamos un rato hasta que decidimos bajar. Cuando lo hicimos el desayuno ya nos esperaba. Los dromedarios ya estaban formados para emprender el camino de regreso a casa.

Comentarios

  1. I wonder what is it like to be there in the middle of the desert among the sanddunes. Thank you for sharing these amazing photos.

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De locura