Charcos de diversión


Camboya
Estábamos por dejar el país cuando un error provocó que alargaramos la estancia. El vuelo de regreso a casa no sería a las 7 de la mañana, sino a las 7 de la noche, como pensamos sin haber checado bien el itinerario. Pasado el susto por no encontrar nuestro vuelo en ninguna pantalla, salimos a buscar qué hacer. La ciudad estaba como a 30 kilómetros de distancia de aeropuerto, y de todos modos para nada se antojaba ir sólo a gastar 10 horas haciendo nada o viendo lo mismo que ya habíamos visto. Tras pensarlo un poco, decidimos hablar con el chofer de un tuk-tuk. Su recomendación nos hizo el día. Tras llevarnos a desayunar sopas a un lugar baratísimo, al que suelen ir él y sus colegas que llevan turistas al aeropuerto, nos enfilamos a Chong Kneas, un pueblo flotante increíble. Esperen, estas fotos de abajo no soy de ahí, sino de una población cercana. Y sí, hay un niño flotando, pero por las inundaciones, no porque viva en Chong. Íbamos en el tuk.tuk, sorteando charcos y baches, baches y charcos. Los aguaceros tenían inundadas la mayoría de las calles. Pero es normal. Las casa están fincadas sobre bases de madera, que les permite eludir las inundaciones. Y lo que en muchos lados sería una tragedia, para estos niños es una bendición. Vean qué felices juegan, vean cómo se divierten con una olla de metal y un gran charco. Vean la cara de la niña, que feliz va caminando entre el agua. Vean qué divertida es la vida cuando se tiene la voluntad de vivirla.







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De locura