Los especímenes tranviarios de Lisboa, Cracovia, Milán, San Francisco

Regreso. Algunas semanas pasaron desde mi último post. Regreso porque comencé a añorar. Y como siempre, mi fórmula es recurrir a los archivos de fotos, a lo archivos de viaje, de vida. Vaya, he viajado, pero cerca. He manejado mucho, me falta volar más. Retomo y concluyo con las entregas de los tranvías. Encontré los que tomé en Lisboa, donde de repente aparecen entre las calles con una elegancia tal, con una historia tal, que transportan más allá de sus rutas. Hay uno en especial, el que lleva al barrio de Alfama, el más tradicional de todos. Pero hallé unos más que tomé cuando pasé por unas horas por Milán, o algunos otros de Cracovia o los de San Francisco. Hay maneras de disfrutar un viaje, pero nunca se disfruta mejor que cuando uno decide usar los medios de transporte en los que se suele mover la gente local. Escucharla, rozarse con ella, estar a la expectativa de algún saludo, o atreverse a preguntar alguna dirección, incluso perderse, es parte de la emoción. A eso suelen transportar los tranvías que, además de todo, suelen provocar cierta nostalgia. En Lisboa me sucedió: da la impresión que al subirse a uno, uno se sube a una especie de túnel del tiempo. U otros, que parecen piezas de museo pero no, siguen trabajando. San Francisco es famosa por su sistema de tranvías, famosos actores secundarios de cine y televisión también. Aquí las imágenes finales de esta serie sobre estas máquinas del tiempo.A correr que se nos va el que sigue.












Comentarios

De locura