Entrada al Amazonas


Retomo al camino a algún lugar. París se atravesó y motivó la pausa. Regreso a la mejor experiencia del año pasado, mis vacaciones de cumpleaños. De Quito, a las Galàpagos, luego a Quito de regreso y de ahí al Amazonas. Guau.... la primera misión era la de encontrar al guía que había contactado por internet para internarme en el Amazonas colombiano. Llegué al aeropuerto de Leticia, un pequeño edificio enmedio de la densa selva. Cuarenta grados de temperatura. Demasiada humedad. Insoportable a los primeros 10 minutos de estar ahí. Pero eso ya lo sabía. A eso iba, debo sincerarme. Me bañé en sudor de inmediato. Y el mochilón a la espalda no hizo mas que acrecentar la incomodidad. Salí del pequeño edificio, y nada, el guía no estaba... di algunas vueltas, pero trataba de no separarme mucho del ventilador industrial que recibía a los visitantes mientras esperaban su equipaje. Diez, quince minutos después, apareció un señor flaquito, de bigote, con un pequeño cartel con mi nombre escrito. Era mi guía. Salí con él, y esperaba ver un auto donde me transportaría a mi hotel. No había nada. Entonces, le gritó a un tipo gordito que estaba sobre su moto como esperando algo. Éste sonrió, me acercó el casco con su mano y le dijo al guía, nos vemos allá. Sí, la moto era el taxi, y ante la falta de otra opción, me puse el casco, apreté las amarras de la mochila y me sujeté lo más fuerte posible a la rejilla portabultos de la moto... y nos fuimos.... quizá 5 kilómetros hasta llegar al hotelito que el guía había elegido para mi. Me instalé, y media hora después llegó él, caminando. Ahora, a planear el tour. Sería exclusivo: yo era el único cliente. Comenzó a platicar de las opciones, de lo que haríamos y la horas... me pidió descansar pero hacerlo implicaba perder la posibilidad de conocer más. Entonces, me recomendó ir a Brasil. La frontera con este país estaba a unos metros de distancia. Era domingo, y en un sitio del poblado brasileño vecino de Leticia, Tabatinga, los jóvenes suelen reunirse para bailar todas las tardes. Fuimos allá en busca de diversión. En el camino, ya trepados en unas mototaxis brasileñas, me percaté de las diferencias entre colombianos y brasileños de esta zona (pero de esas luego les platico). ¿Por qué cuento todo esto? Porque tuve que pasar todo eso para llegar a ver lo que muestro ahora. Increíble. Así defino mi primer encuentro con el impresionante Río Amazonas. Ésta es la imagen que atrapé de él. Al día siguiente, estaría navegando en sus aguas por cuatro días. Con esta bienvenida, nadie podría resistirse a hacerlo. Es por los azules, por los rojos, por todos los tonos que me regaló. Por esa línea azul que nacía entre los árboles y se perdía en el cielo. Por esas aguas tan tranquilas y llenas de misterio. Vaya bienvenida, y aquí la comparto. Tabatinga, Brasil. Un año más de mi vida y una escala increíble en mi camino a algún lugar.

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De locura